miércoles, 9 de abril de 2014

What if?: Cuando hombres y mujeres quebramos los paradigmas de Barbie y Kent


Un amigo me preguntó si a las mujeres nos importa mucho la calvicie en los hombres. Estaba claramente preocupado por su situación y el impacto de ésta en su posibilidad de casarse algún día. Además de decirle que podría identificarse con Bruce Willis, asumiendo su calvicie con estilo y transformándola en parte de su sex appeal, me hizo reflexionar sobre los parámetros de belleza de hoy día y cómo afectan a hombres y mujeres por igual.

No voy a negarlo, a mí también me preocupa encontrarme dentro de lo que hoy se considera "atractivo". Es inherente a los seres humanos. Deseamos aceptación y cariño. Pero somos jueces y esclavos de estos parámetros creados por nosotros mismos. Vemos estrellas de Hollywood y modelos extremadamente photoshopeadas, alabamos su belleza y lanzamos un suspiro pensando muy adentro que nunca podremos ser como ellas. Lo irónico es que estas mismas estrellas se miran al espejo, sin maquillaje, sin joyas, sin vestidos de diseñador, y se ven a sí mismas imperfectas, deseando ser más jóvenes, con cuerpos de Barbie y Kent, y terminan yendo al quirófano por la misma razón que el resto de los mortales: deseamos aceptación y cariño. Deseamos encajar.

La realidad es que la inconformidad con uno mismo vende. Mientras más personas estén inconformes consigo mismas, más cirugías plásticas se realizarán, más productos de belleza se venderán, más gimnasios se abrirán, más píldoras para bajar de peso se consumirán y más estrellas continuarán siendo expuestas como parámetros casi inalcanzables de belleza para motivarnos a comprar. Un gigantesco ciclo que inicia una y otra vez.

Pero yo creo que una revolución es posible si empezamos con nosotros mismos. Dejemos de juzgarnos tanto y, ¡por favor!, dejemos de juzgar tanto a los demás. Se volvió una pésima costumbre tildar a los demás de gordos, narigones, pecosos, feos, calvos, como si no tuvieran otra característica más resaltante que los distinga.  Yo creo que es posible reprogramar nuestra forma de pensar. Se puede, empezando desde casa. Padres que construyen una identidad sana en sus hijos, que les dicen cada día lo increíblemente bellos que son, por dentro y por fuera. Padres que enseñan el valor de la bondad y cómo una sonrisa es su mejor carta de presentación, que les enseñan a amarse a sí mismos y a apreciar el verdadero valor de las personas. Pequeñas gotas en la mar de lo superficial que poco a poco cambian paradigmas.
  
Y para los que ya somos adultos, nos queda reconstruir nuestra identidad: dejando de juzgarnos tanto, aprendiendo a apreciar nuestra belleza externa, invirtiendo más tiempo en los valores que verdaderamente importan y haciendo lo mismo con la belleza de los demás. Una especie de reprogramación de nuestros pensamientos. Así de sencillo.

Sí, se puede. En algún momento ya pudimos apreciar la belleza de otras personas luego de conocerlas a fondo. Personas quienes, para la sociedad, no podrían ser consideradas bellas o perfectas. Si pudimos verlo en al menos una, podemos verlo en todas, y también en nuestro espejo.

Para quienes entiendan inglés, les dejo una escena de la película "Happythankyoumoreplease", donde la mujer desea terminar una relación con su compañero de trabajo antes de iniciarla, porque él no le parece atractivo, entonces él le pide que cierre los ojos y sólo escuche lo que tiene para decir. Como resultado de su discurso, ella abre los ojos y ve a un hombre distinto, mucho más atractivo, sólo porque permitió que, más allá de lo físico, le hablara al corazón. Interesante ejercicio: cerrar los ojos y ver a los demás con el corazón. Podría sorprendernos su belleza.

*Fotografía cedida por Summer Skyes 11 

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