lunes, 30 de marzo de 2015

Poema del hijo no nacido


Como naciste para la claridad
te fuiste no nacido.

Te perdiste sereno,
antes de mí,
y cubriste de siglos
la agonía de no verte.

No quisiste la orilla de la angustia
ni el por qué de unas horas que pasan lentamente
en la vida,
sin dejar un sollozo,
ni un recuerdo,
ni nada.

No quisiste la aurora.
No quisiste la muerte.
Rechazaste el olvido,
y en la flauta del aire avanzaste perpetuo.

No quisiste el amor en féretro de las olas
ni quisiste el silencio que deja el túnel breve
donde ha dormido el hombre.

Tuyo, inmensamente tuyo,
como naciste para la claridad
te fuiste no nacido,
nardo entre dos pupilas que no supieron nunca
separar el eco de la sombra.
Manantial sin rocíos lastimeros,
pie fértil caminando para siempre en la tierra.

Autora: Julia de Burgos


Mi pequeño Noah

Te volveré a ver, mi pequeño niño, en medio de las nubes del cielo
Veré tu rostro perfecto y tu sonrisa que jamás se apagó
Nunca conociste dolor, ¡oh qué gran gracia!
No vi tu rostro pero te amé desde lo profundo de mis entrañas
Encubierto estabas en mi vientre
Mi pequeño Noah, te esperaré una vida
Largos son los días en la tierra, inacabables los dolores
Mi juventud se irá, mis fuerzas se acabarán y junto con ellas, 
mi esperanza de verte aumentará con cada paso
Te veré, Noah, te veré
Espérame con los brazos abiertos
Te extraño con el alma
Mamá

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