A mi ser hipocondríaco le vienen bien estados gripales como los que tengo en estos días. Se pone bastante creativo y en momentos hasta se emociona al pensar que lo que tengo no es un común resfriado sino alguna exótica enfermedad recién descubierta.
A los hombres siempre se les critica la excesiva facilidad
con la que se entregan a dolores de
cabeza, de estómago o alergias. Pero no son los únicos. Tengo el atrevimiento de
romper con el estoicismo de las de mi género para decir que yo también me
entrego fácil.
Cuando vivía con mis padres, me bancaban con amor los
extensos reposos que me tomaba por gripe o dolor de garganta, cuando pasé a
vivir con mis amigos, me bancaban con paciencia los extensos reposos por dolor
de cabeza o algún ligero cuadro depresivo, y ahora que me casé, mi esposo me
banca con amor, la suma de todos los reposos por diversas causas, desde una uña
encarnada hasta cansancio crónico auto diagnosticado.
Lo que me llama la atención; no, no que sea demasiado mimada, es el grupo de personas que ha estado conmigo y me ha acompañado en
situaciones tan poco graves como éstas. Rescato esos pequeños actos de amor que
se evidencian en los retos de mi mamá por no tomar su té de alguna extraña
planta con poderes curativos o el respeto de mis amigos a mi puerta cerrada y
humor de perros o los movimientos sigilosos de
mi esposo en su intento por no despertarme mientras me prepara algún brebaje
para la tos. Son pequeñas muestras de amor disfrazadas en diferentes formas y
matices de las cuales abuso en demasiadas ocasiones.
Padres, hermanos,
amigos, novios, esposos, todos los que están ahí siempre, los que no tiran la toalla y van aún en contra de nuestros propios brazos caídos para regalarnos fuerzas, son dignos de nuestra mayor admiración y
gratitud, porque son capaces de entregarnos desde un consejo mágico hasta su
tiempo, lágrimas y paciencia infinitas para hacer de nuestra estadía en la
tierra más placentera.
Hoy vi este vídeo Mi gripe no puede compararse con la gran
batalla de Jennifer Merendino, pero si puedo comprender el inmenso amor que le
demostró, no sólo su esposo, Angelo, sino también toda la familia y amigos que
estuvieron a su lado. Aunque el cáncer venció a su cuerpo, no logró apagar
sino sólo profundizar ese sentimiento que nos une como seres humanos a pesar de
cualquier diferencia de opinión y pensamiento.
Sea gripe, cáncer u otro momento difícil por el que estés
pasando, tómate de ese gran amor que todos los que están cerca tuyo te ofrecen
para; además de aminorar la carga, tener un poco más de esperanza en la lucha.
Para conocer más de la historia de Jen & Angelo: http://mywifesfightwithbreastcancer.com/
Para conocer más de la historia de Jen & Angelo: http://mywifesfightwithbreastcancer.com/
Te olvidaste de Fluffy, quien no se separaba de tu lado cuando tuviste neumonia, ella te seguía hasta el baño cuidándote, aunque si algo te pasaba, ella no podría hacer nada, realmente, pequeñas gripes, cuadros depresivos, grandes cirugias etc, solo hacen el amor mas fuerte..
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